La capital tretidiana, un lugar próspero y majestuoso, era irreconocible. Lo que una vez fue una ciudad bulliciosa y llena de vida era ahora desolada y prácticamente destruida.
Muchos edificios estaban en ruinas, con paredes derrumbadas y escombros esparcidos por todas partes.
Las calles estaban en parte vacías, resonando solo el inquietante silencio que impregnaba el aire.
El cielo sobre la ciudad estaba lleno de criaturas monstruosas, volando en círculos y proyectando sombras siniestras sobre las ruinas a la luz de la luna. Estas criaturas parecían sacadas de una pesadilla, con alas negras y ojos llameantes. Sus aullidos y gritos resonaban a través de las salas vacías de la ciudad, creando una atmósfera de miedo y desesperación. Eran lamias, un tipo de vampiro.
La ciudad estaba envuelta en un manto de oscuridad y humo. Llamas crepitantes consumían lo que quedaba de los edificios, iluminando el horizonte con una luz inquietante.