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Con pasos firmes y corazones llenos de anticipación, Kaizen y su grupo atravesaron el portal, listos para enfrentar lo desconocido. Sin embargo, en lugar de ser transportados directamente a Niflheim como esperaban, se encontraron en un entorno completamente diferente.
El paisaje que los rodeaba era exuberante y lleno de vida, con una variedad de árboles majestuosos y un aura de tranquilidad que los envolvía, pero incluso el suelo era de madera y de un color extraño. La atmósfera de esta dimensión parecía vibrar con una energía mística. El aire estaba perfumado con el dulce aroma de las flores, y la brisa suave hacía susurrar a las hojas de los árboles melodías desconocidas. La luz dorada se filtraba a través del dosel, creando un juego mágico de sombras y reflejos a su alrededor, y cuando miraban hacia arriba, veían ramas tan gigantescas que parecían más avenidas que las ramas a las que estaban acostumbrados.