Kaizen se acercó a los guardias fuera de la gran puerta del salón del trono con una expresión confiada, intentando ocultar su miedo. Saludó a los guardias con un gesto de asentimiento y una sonrisa amistosa.
—Buen día, nobles guardias. Estoy aquí por petición del capitán de la guardia para verificar la seguridad del salón del trono. Necesito hacer una inspección de rutina y asegurarme de que todo está en orden.
Los guardias miraron a Kaizen con expresiones serias, claramente escépticos de su presencia y sus palabras ya que nunca lo habían visto antes. Uno de los guardias cruzó los brazos y frunció el ceño.
—No hemos sido notificados de ninguna inspección rutinaria. ¿Quién eres y por qué estás aquí? —preguntó.
Kaizen tragó saliva con dificultad, intentando pensar en una respuesta rápida que convenciera a los guardias. Sabía que cualquier inconsistencia podría poner todo en peligro.