Un pez nadaba grácilmente en las tranquilas y someras aguas de un tramo del serpenteante río, sus escamas resplandeciendo bajo la luz del sol que penetraba la cristalina superficie del agua. Se movía con elegancia, deslizándose suavemente con su banco.
Klaus observaba al pez cuidadosamente, calculando el momento exacto para actuar. Sus ojos concentrados seguían cada movimiento del animal mientras se preparaba para atacar. En un instante, Klaus lanzó la lanza a toda velocidad, cortando el aire, rompiendo la tensión superficial del agua y aterrizando sobre el pez.
Los otros miembros del grupo de Klaus y algunos estudiantes al otro lado del río mantenían sus ojos en la escena, conteniendo la respiración en anticipación. Todos estaban esperando el resultado de la audaz acción. Algunos dudaban que Klaus realmente pudiera atrapar algún pez con una técnica tan rudimentaria. Pero otros no dijeron nada hasta que vieron el resultado final.