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Cayó la noche sobre el amplio campus de NIST en el Estado de Nueva York. Ubicado en un área remota cerca de la ciudad de Woodbury, el campus era un centro de excelencia en ciencia y tecnología, donde se realizaba investigación de vanguardia en una variedad de campos, desde física cuántica hasta biotecnología, y apenas el mes pasado también comenzó a utilizarse para entrenar a la próxima generación de genios del estado.
El cielo estaba estrellado y una brisa suave soplaba entre los modernos e imponentes edificios, que albergaban distintos tipos de establecimientos, desde laboratorios, oficinas, bibliotecas y aulas, hasta tiendas de ropa, cines, supermercados y bares de karaoke.
