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Al llegar a la entrada de la cueva, Kaizen y los miembros del gremio se vieron impresionados por el paisaje circundante. El lugar era tan desolado que podían sentir el aire frío y húmedo en su piel. El olor a moho era fuerte y un constante sonido de gotas de agua resonaba en las paredes rocosas. La entrada de la cueva estaba cubierta de musgo y otras plantas, indicando que el lugar no había sido explorado desde hace mucho tiempo.
Kaizen y los miembros de los Dragones de Metal entraron en la cueva con cuidado y en silencio, pues el grupo que habían formado para esta exploración no era muy grande, precisamente porque requería un alto nivel de coordinación, y la entrada al Jardín Secreto era un lugar estrecho. Según Korgrak, si hacían demasiado ruido, podrían atraer varias hordas de monstruos a la vez.