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Mientras el Espíritu Maldito trataba de explicarse, Kaizen puso una mano en su barbilla y comenzó a analizarlo atentamente mientras lo rodeaba.
La apariencia del fantasma era la de un adolescente de entre 15 y 18 años. Sus ropas eran como las de un campesino sencillo, y semi-transparentes como su piel, pero lo que realmente captó la atención de Kaizen fue otro detalle.
El PNJ sin nombre no tardó en dejar de ignorar la diferente reacción de Kaizen.
—Señor, sé que debe ser muy fuerte y que no debería tener miedo de mí, pero si me mata, yo... Espera un momento, ¿qué estás haciendo? —El fantasma tuvo que preguntar.
El Psíquico ya no emanaba el aterrador aura de hace unos segundos, tampoco parecía asustado, así que respondió con naturalidad:
—Te estoy mirando, ¿no es obvio? Tus pies... ¿puedes pisar el suelo con normalidad? —Kaizen preguntó, interesado, mientras el Espíritu Maldito levitaba.