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Thenomor sintió su piel calentarse mientras sus músculos calentaban la sangre para ganar más volumen. El olor a sangre invadió su nariz. Sus colmillos comenzaron a crecer y sus uñas se convirtieron en afiladas garras. Su visión también se agudizó, como si pudiera ver hasta el más mínimo movimiento de las pupilas de Kaizen.
Pronto pudo sentir que su cuerpo adquiría una fuerza sobrenatural, y una insaciable sed de sangre le dio la sensación de tener la lengua seca.
Thenomor pareció asustado por un momento, pero al contrario de lo que Kaizen imaginaba, ese miedo era más una fascinación por la mejora repentina e intensidad de sus poderes que por temor. Para Thenomor, esta vez era diferente de la última vez que se transformó, hace varias semanas.