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—Es un placer finalmente conocerlo, Sr. Kaizen —dijo Lidia sentada en el sofá, inclinando su cabeza.
Después del encuentro inesperado entre las dos princesas en los pasillos de la Arena, porque Lidia le pidió a Petril Wyvernjack que la llevara inmediatamente a ver a su hermana, el mayordomo también las guió a una sala especial para que las ganadoras no tuvieran que lidiar con la multitud que salía de la Arena, y poco después se fue, dejándolas solas para hablar.
—El placer es, por supuesto, de mi parte, Princesa Lydia... De hecho, veo que la belleza natural de Ravastine corre en la familia.
Las dos hermanas arquearon las cejas y se sonrojaron al mismo tiempo, pero en ese momento Ravastine echó hacia atrás sus hombros y apartó la mirada mientras que Lidia tuvo un gesto más pícaro. Ella tocó a su hermana con su hombro izquierdo y dijo:
—No me habías dicho que era tan guapo...
