La Biblioteca del Mago era fascinante y estaba más allá de lo que Kaizen había esperado. Este era un mundo de estantes llenos de libros y mesas de lectura, rincones de estudio, salas de conferencias, oficinas y cámaras.
Los corredores eran estrechos y sinuosos, y algunas escaleras parecían interminables. Había lugares donde el techo era tan bajo que Kaizen y Alina tenían que agacharse para pasar y otros donde las paredes estaban tan separadas que era posible ver el otro lado de la biblioteca.
Algunos estantes eran de madera, otros de piedra, y los libros sobre ellos estaban escritos en todos los idiomas imaginables. Algunos eran tan antiguos que sus cubiertas estaban hechas jirones y sus páginas se habían amarilleado con el tiempo. Otros, por otro lado, parecían haber sido escritos recientemente, porque aún se podía oler el fresco aroma de la tinta.