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Sorprendido, Klank se apresuró valle abajo, preguntándose qué había pasado.
Como era de esperarse, había muchas manchas de sangre a lo largo del camino. Siguió las manchas de sangre y giró hacia un lado. Lo que vio lo hizo detenerse, asustado.
Al lado de los cuerpos apilados de los Goblins había un hombre de hombros anchos vistiendo una capa verde oscura. Bajo el sol, la figura parecía un animal cubierto de sangre.
—¿Hombre, acabas de matar a todos estos Goblins? —Klank no vio a nadie más aparte del jugador de cabello negro.
Los Goblins aún estaban sangrando, así que habían muerto hace poco tiempo. Klank no podía creer que alguien pudiera matar tantos Goblins en un terreno tan favorable para ellos.
