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Tan pronto como Klaus Park llegó a casa, notó un gran olor en el interior de la vivienda.
—Sniff
Este aroma era nostálgico y, al mismo tiempo, acogedor. Esta sensación fue suficiente para desbloquear en él los recuerdos de cuando su abuela viajaba desde Pensilvania para visitarlos, pero ella normalmente solo hacía eso durante el verano.
Inmediatamente, Klaus caminó hacia la cocina de la casa, curioso por saber de dónde provenía ese olor. Pasó por el salón y vio a Chun y Ard Park sonriendo juntos en la encimera de la cocina.
A lo lejos, Klaus notó que ambos estaban preparando las tradicionales galletas de avellanas de la madre de Michael. Ver esta escena amorosa y, aún así, tan típica entre madre e hijo, calentó el corazón de Klaus. Este tipo de cosas motivaba a Klaus a salir de casa todas las mañanas para trabajar sin queja.
Ahora era innegable que necesitaba crear estabilidad para su familia. Para que momentos como este fueran más comunes.