Si había algo que estaba yendo bien para el señorío de Dombivili, era la inmensa cantidad de oro y botín que habían logrado saquear de la mazmorra de hielo.
Aunque la muerte de Lucius Aurelius fue un duro golpe para Max, quien tenía grandes contratos con el chico, también tuvo la suerte de tener el dinero para financiar los proyectos sin Lucius también.
Ya fuera reequipar al ejército con mejor equipo, o adquirir nuevos barcos de batalla y sistemas de defensa, Max no escatimó en gastos en el departamento militar.
Semana a semana, mientras los guardias de patrulla dentro de la ciudad caminaban con nuevas y brillantes armaduras por las calles y nuevos sistemas de defensa aérea se instalaban en cada sector, la gente común comenzó a creer una vez más que su señor estaba trabajando en su mejor interés y que todo podría salir bien.
La moral era una emoción compleja.
