( POV de Lucius y Félix Aurelio )
Lucius y Félix retrocedían con el corazón pesado.
Habían obedecido las órdenes de su padre y lideraron la retirada de las fuerzas Aurelius.
Se sentían avergonzados y cada paso que daban les parecía una píldora amarga de tragar, pero de alguna manera seguían retrocediendo a toda velocidad, rezando para que su padre pudiera detener a los tres monarcas el tiempo suficiente como para que pudieran entrar en tierras controladas por la facción de la luz.
A mitad de su retirada, llegaron al estrecho valle donde Max acababa de tener su increíblemente difícil pelea y se sorprendieron al ver innumerables cuerpos de dioses demonios esparcidos por todo el paso angosto.
—¿Qué? ¿Qué diablos ocurrió aquí? —Lucius preguntó, mientras de repente desde el acantilado adyacente un enano y un hombre que Lucius reconocía demasiado bien se dejaban caer frente a él.