La vida volvió a la normalidad para Max al día siguiente cuando se vio sepultado en el trabajo oficial que no podía delegar en el clon.
El anciano se había instalado en el palacio cerca del lugar donde residían los guardias y Max había colocado algunas vigilancias sobre él, ya que no estaba seguro de sus intenciones.
Amy estaba extremadamente feliz con su nuevo juguete de panda y ella, junto con los otros niños, parecían estar completamente obsesionados con él por el momento.
Mientras que Ruby y Naomi disfrutaban de un merecido descanso del trabajo doméstico, Asiva, Sebastián, Severus y Anna tuvieron que volver a sus deberes oficiales y además compensar por el tiempo que pasaron ociosamente ayer.
La agenda más apremiante en el momento era el anuncio del rey que estaba programado para unas pocas horas más tarde, ya que Max dio a regañadientes las órdenes para que el ejército estuviera preparado en caso de que las cosas se salieran de control.