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Max exploró detenidamente toda la mansión del alcalde y se dio cuenta de que había tres problemas de seguridad flagrantes que podían ser explotados.
Los muros que rodeaban la mansión solo tenían 15 pies de alto, lo que significaba que, aunque evitaban que uno mirara innecesariamente hacia el interior de la mansión, no eran suficientes para detener a un guerrero fuerte que simplemente saltara sobre ellos de un brinco.
Para contrarrestar este mismo problema, la mansión tenía una formación rúnica alrededor de sus muros que activaba una alarma cuando un intruso intentaba entrar sin permiso.
Pero si uno pudiera desactivar la formación rúnica, sería pan comido entrar desde un área donde había poca o ninguna seguridad y acceder a la mansión.
