Después de unos días, Olinia se adaptó a su nueva vida. Descubrió que, aunque no era la esposa de Blake sino una concubina, todavía la trataban muy bien. Las principales esposas de Blake la trataban con respeto y no la menospreciaban. Incluso la dejaban unirse a ellas en la mesa durante la cena, lo que la hacía feliz porque esa era una de las pocas veces que veía a Blake. Blake tampoco la trataba como a una extraña y de vez en cuando le succionaba la sangre y le daba un quickie que no duraba mucho, pero era suficiente para que ella no se sintiera sola.
En ese momento, Blake estaba en su laboratorio intentando terminar el primer prototipo de su nuevo enlace de mana. Anna, que acababa de terminar otra ronda de entrenamiento, se deslizó en la habitación y se acercó a él con ojos curiosos.
—¿Estás aquí, Anna? —preguntó él.
—Mm... Hermano mayor, ¿qué estás haciendo? —preguntó Anna mientras abrazaba a Blake por detrás.