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Varios taipanes más se reunieron antes de lanzarse sobre ellos desde el suelo, pero todos se partieron como mantequilla ante un cuchillo caliente. Aunque la pura cantidad de taipanes en el piso no era algo que se pudiera subestimar, cada monstruo individual no era tan fuerte, la mayoría de ellos estaban más o menos entre el grado uno y el grado tres, dependiendo de su tamaño.
De vez en cuando se encontraba con uno con la velocidad y el poder de un Escudero Marcial de grado cuatro, pero, no importaba.
—FUUUU... —Rui lanzó a una serpiente un aire crujientemente caliente, paralizando a la serpiente en el segundo en que el aire tocaba su piel.
¡SPLAT!
Un golpe completo de su espada la partió tan fuertemente que lanzó las dos porciones volando en direcciones opuestas.
Rui echó un vistazo a la sangre verdosa negra en su espada.