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—Entendemos —dijo el hombre que se dirigía a Rui—. Sacaremos el máximo provecho de tus enseñanzas.
Asintieron con vigor. Vemy le lanzó una sonrisa traviesa y furtiva que los demás no notaron.
(«Así que no se lo ha dicho a ellos, uff») Suspiró por dentro.
—¿Cómo propones que hagamos esto? —preguntó el hombre.
—Hm... —Rui lo pensó. Su mente regresó a los días en que los Aprendices Marciales se agrupaban para luchar contra Kyrie, una vez terminada la sesión de entrenamiento, ella los reunía a todos y les instruía sobre sus deficiencias, fallos y debilidades, así como ofrecía sugerencias sobre cómo mitigarlas o eliminarlas.
—No tenemos mucho tiempo —les dijo Rui—. Un tercio de vosotros venid a mí de una vez primero, seguido por el tercio restante.