Aun cuando el joven Aprendiz Marcial descaradamente seguía parloteando, la mente de Rui ya se había desconectado. En su percepción, los Aprendices Marciales hablaban en cámara lenta. Reflexionaba sobre cómo debía abordar la situación.
—¿Debería simplemente mostrar mis músculos otra vez? —se preguntaba Rui. Perfectamente podría dejar caer la máscara de su mente y desatar el ansia de sangre de un Escudero Marcial.
—No —decidió en contra de ello—. Las circunstancias no son las mismas que la última vez.
No estaba aislado como cuando estuvo con los dos Aprendices Marciales y el ministro de finanzas hace dos misiones. Estaba en una zona densamente poblada con un pequeño ejército que estaba en tensión debido a una batalla próxima. Desatar el ansia de sangre de un Escudero Marcial en este momento tendría consecuencias negativas de las que preferiría no asumir la responsabilidad.