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—¿Cuándo vienen? —gimió Nel con impaciencia.
—Deberían estar aquí pronto. —suspiró Rui.
—¡Eso dijiste hace tres minutos! —replicó Nel.
—¡Entonces deja de preguntar cada tres minutos! —Rui lo miró fijamente—. Escucha aquí joven ho...
Rui de repente se congeló mientras se giraba, entrecerrando los ojos. —Vienen. Todos a dispersarse. Fae, haz los honores.
Fae inmediatamente se apresuró hacia dos árboles grandes y altos.
¡BAM BAM!
Con dos golpes poderosos, los árboles se derrumbaron, bloqueando el camino habitual por el que el convoy de envío solía pasar.
De inmediato todos se dispersaron hacia los lados mientras se escondían a cierta distancia.
Dos minutos después, algunos carruajes cargados llegaron a ese lugar, deteniéndose ante los troncos rotos de los árboles caídos que bloqueaban su camino.
Pronto, los hombres salieron de los carruajes, hablando exasperados y en voz alta en vinfranés y sánscrito.
¡BAM BAM BAM BAM!