Rápidamente intercambió todos sus créditos marciales ganados con esfuerzo por las técnicas, antes de sentarse en la Biblioteca del Aprendiz para memorizar sus métodos de entrenamiento.
De las tres, el entrenamiento de El Aguijón era el más doloroso y el menos agradable con diferencia. El entrenamiento de la técnica implicaba el daño repetido del dedo del pie para causar microfracturas que, al sanar mediante pociones de curación, fortalecerían la estructura ósea para que fuera más fuerte de lo que jamás había sido, mientras también reformaría el hueso y la carne para que fueran más propicios para perforar.