Ya que ya le había prometido a Olivia, solo pudo posponer la refinación de las píldoras por el momento.
—Vamos —Aethelwolf le acarició la cabeza a la niña mientras sonreía suavemente.
—¿Quieres que te acompañe? —preguntó Aenwyn en voz baja.
Aethelwolf dudó un momento mientras miraba a Aenwyn. Ella trataba de ocultarlo bien, pero él podía sentir la furia que se gestaba en ella por el brillo de frialdad en sus ojos. Solo alguien con sentidos tan agudos como él podía percibirlo.
—Deberías quedarte aquí y continuar estudiando el idioma humano —murmuró mientras negaba con la cabeza suavemente.
Aenwyn lo miró en silencio antes de asentir con la cabeza y una mirada tranquila.
—Está bien —respondió ella.
Aethelwolf agarró la pequeña mano de Olivia y salió de la mansión con ella.