Antes de que se fueran, Aethelwolf acarició las plumas de la ansiosa Olivia.
—No te preocupes. Mañana recuperaré mi plena fuerza y entonces, empezaré a hacer el objeto que te puede convertir en un humano. Quédate aquí obediente y no vuelvas a picotear a los guardias, ¿de acuerdo? —Olivia emitió un sonido de queja, pero aun así asintió con su gran cabeza de pájaro.
Viendo esto, Aethelwolf sonrió. Luego miró a los demás y dijo:
—Vamos.
El grupo de Aethelwolf siguió el carruaje de la Casa de los Reynolds camino a la mansión de la Familia Linaza que estaba ubicada fuera del Distrito Dominion. A lo largo del camino, también se encontraron con comitivas de muchas casas nobles que se movían en la misma dirección que ellos. Era una suerte que las calles de Ciudad León fueran lo suficientemente amplias como para evitar un tráfico pesado.