Cuando llegaron a la clínica, Aethelwolf primero revisó las estadísticas de ventas. Notó que la demanda de sus productos se había triplicado en los últimos días y que la oferta no podría seguir el ritmo si esta tendencia continúa. Él era la única persona capaz de refinar sus píldoras y nadie más conocía la receta de sus jabones. Los clientes podrían quedar insatisfechos si imponía más limitaciones en el número de sus compras. Esto solo se resolvería si tuviera más gente para hacer los jabones y las píldoras por él.
—Debo hacer una fábrica de jabón para mantenerme al día con la creciente demanda. El proceso de hacer jabón no es difícil y hasta las personas normales pueden hacerlo siempre y cuando tengan el equipo y los ingredientes. En cuanto a las píldoras, parece que también necesito buscar alquimistas capaces... ¿Qué hay de Sir Johann? ¿Puedo confiar en ese anciano? Hmm... —Aethelwolf contempló profundamente mientras estaba sentado en una silla.