La joven doncella no sabía que Rio la estaba abrazando porque estaba preocupado por el posible futuro y no por el trágico pasado.
Rio pasó unas horas en este estado antes de calmarse.
Se sentó en la cama y miró hacia la ventana en el delgado aire como si estuviera pensando algo.
Lia bajó de la cama para correr las cortinas de las ventanas mientras Rio miraba la que estaba cerrada.
Salió de su contemplación cuando una luz brillante invadió sus ojos.
El sol brillaba en el cielo claro. La noche ya había pasado mientras él estaba pasando por un evento importante.
—¿En qué estás pensando? —preguntó Lia con una voz tierna mientras se daba la vuelta.
—¿No quieres saber quién es esta Layla? —él preguntó con una sonrisa agridulce.
—Quiero, pero no quiero que pases por la misma pesadilla otra vez al contármelo. Tu esposa no es tan egoísta —una voz cariñosa escapó de los labios cereza de Lia.
Rio suspiró al escuchar sus palabras.