Hazel se asombraba cada vez más al presenciar la repentina aparición de un misterioso poder que ayudaba a Lia y a los demás justo cuando su plan de venganza estaba a punto de tener éxito.
La vista de las enredaderas, tanto protectoras como agresivas, rodeando sus objetivos y azotando contra las bestias de escenario plateadas y doradas la llenaban de frustración. Sus planes cuidadosamente elaborados se estaban desmoronando frente a sus ojos, y la realización solo avivaba su ira.
Las enredaderas parecían cobrar vida, moviéndose con una gracia inquietante mientras se retorcían y giraban, tejiendo una barrera impenetrable alrededor de Lia y compañía.
Cada latigazo contra las bestias enviaba ondas de choque a través del aire, mientras las enredaderas aplastaban huesos y desgarraban carne con brutal eficiencia.