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En el corazón de la joven doncella, Rio ocupaba un lugar especial, similar o incluso superior al de Lia y Leon. A pesar de que Lia y Leon eran sus parientes de sangre, el perdón de Rio hacia algo que ellos quizás nunca le perdonarían lo distinguía. Lo elevaba a un estatus casi divino en sus ojos, y su devoción por él se fortalecía cada vez más.
Aunque técnicamente Helia era la esclava de Rio, la marca significaba poco entre ellos. Nunca la trató como a una esclava ni la utilizó como tal, mostrándole el mismo respeto que a Lia. Aunque a veces la molestaba, había disminuido sus bromas después de que ella presenciara las dolorosas experiencias por su causa.
Cuando Layla y Lia concluyeron su conversación sincera, sus miradas se suavizaron mutuamente, indicando la comprensión y empatía que había crecido entre ellas.