La voz de Leon vaciló cuando habló de Ayan, su tono lleno de profundo respeto. —Sabes, hermanita, el Abuelo pidió al Ayan Ojo Celestial que me tomara como su discípulo. Y el Maestro finalmente accedió. La espada legendaria que ahora llevas te la dio mi maestro.
Su voz se desvaneció en un tono doloroso mientras hacía una pausa por un momento como si estuviera perdido en sus pensamientos —Pero cuando cumplí catorce años, el Maestro tuvo que dejarme. Dijo que tenía asuntos personales que atender, y que yo estaba listo para vivir por mi cuenta —su voz bajando mientras hablaba.
Helia escuchó la historia de su hermano mayor sobre la espada legendaria, sus ojos destellaron con sorpresa. Nunca había descubierto de dónde había obtenido su hermano esta arma, pero su poder había sido decisivo para ella en muchas batallas. El arma era tan formidable que solo aquellos reconocidos por la espada legendaria eran capaces de empuñarla.
