Con Helia en su abrazo de bebé, Rio y Nyla se dirigían de vuelta en la dirección este, agradecidos de que la belleza de cabello rubio no estuviera gravemente herida y de haberla encontrado antes de que fuera demasiado tarde.
Nyla se sintió aliviada de que pudieran rescatar a Helia y de que ella todavía estuviera viva, pero también sabía que tenían que actuar rápido para salir de ese molesto lugar caluroso para su comodidad.
El chico había acunado cuidadosamente a Helia en sus brazos mientras se abría camino a través del abrasador desierto caliente. La belleza de cabello magenta caminaba a su lado, sus ojos escaneando el horizonte en busca de alguna señal de cambio en el interminable mar de arena que era hasta donde su visión alcanzaba.