—Cariño... ¿Pudiste detenerme cuando no éramos pareja? ¿Cómo me vas a prohibir entrar al cuarto de mi esposo ahora? Te voy a hacer bang bang bang en serio, tonto —Nyla lo amenazó con una adorable voz.
—... —Rio suspiró profundamente al saber que no sería capaz de detener a esta dominante chica que no le escuchaba.
La pareja conversó entre sí, abrazándose el uno al otro hasta que la oscuridad envolvió el exterior.
La luna estaba esparciendo un tenue resplandor sobre el castillo y en el jardín de Lia. El cielo brillaba con estrellas relucientes en la noche oscura.
Rio bajó las escaleras para pedir a Yami que enviara la cena arriba ya que suponía que Lia y Helia ya habrían comido en la reunión especial como suele suceder.
A altas horas de la noche, Rio escuchó pasos acercándose al dormitorio de Nyla mientras se ponía de pie para saludar a la persona que había venido en su búsqueda.
Una figura entró en la habitación cuyo aspecto llenó de alegría el corazón de Rio.