—Has quitado una carga de mi corazón. Estoy muy agradecida contigo, mi niño —dijo Aliyah con un tono encantado, limpiándose las lágrimas de sus mejillas, pero las gotas seguían cayendo de sus ojos.
—Habría conversado más, pero se me hace tarde para mi clase de teoría. Hablaremos luego —El chico miró la hora y notó que tenía que apresurarse para la clase de la Profesora Milena.
Aunque se sentía mal por la Segunda Madre, tenía que irse ahora o llegaría tarde.
—Está bien, cuídate pequeño Rio. Tu madre te ama —dijo Aliyah con un tono cariñoso y la llamada se desconectó.
Suspiró y guardó el teléfono en su bolsillo.
Rio salió del apartamento para dirigirse hacia el edificio de enseñanza.
El sol brillaba intensamente en el cielo azul claro, proyectando un cálido resplandor sobre todo el campus de la Escuela Militar Sello Dorado.
Los pájaros chirriaban y el aire estaba lleno del fresco aroma de flores aromáticas.