El aire se espesó con tensión mientras Asher enfrentaba a Rowena, su pregunta pendiendo entre ellos como una espada.
—¿Por qué eran las mujeres tan perceptivas? —preguntó.
Pero él sabía que incluso si Rowena no preguntaba, él iba a decírselo él mismo, aunque ahora no estaba exactamente preparado para darle la noticia.
—Yo eh... tú ves... —Asher tartamudeó, su voz desvaneciéndose, un hombre atrapado por la rebelión de su propio corazón. Asher sentía que preferiría luchar contra el Guardián de la Luna otra vez antes que estar en esta situación.
La mirada de Rowena, gélida y penetrante, buscaba la verdad que él dudaba en revelar:
—Realmente lo hiciste... ¿No es cierto? ¿Te acostaste con ella y tienes sentimientos por ella? —Su acusación, aguda e implacable, atravesó el velo de la incertidumbre, exponiendo el tumulto interno.
Con el corazón pesado, Asher buscó articular la complejidad de sus sentimientos: