—Deberías saber, querido, a una mujer no le gusta cuando un hombre indaga demasiado en sus asuntos.
Justo cuando ella dijo esto, los ojos de Asher se agrandaron mientras la habitación a su alrededor repentinamente se disolvía en un abismo, sumergiéndolo en un reino de oscuridad tinta.
Sus alrededores, una vez familiares y tangibles, ahora se habían convertido en un vacío interminable. Sorprendido, se transformó instintivamente en su forma de Portador del Infierno, esperando que su poder pudiera romper la ilusión.
—Eh… —Sin embargo, a pesar de su transformación, seguía atrapado en la oscuridad. Una sensación de confusión surgió dentro de él al darse cuenta de que su transformación no hizo diferencia alguna en esta prisión ilusoria.
Pero él observó con calma la negrura que lo engullía. Su forma, usualmente un faro de terror y fuerza, ahora parecía inconsecuente frente a la vasta vacuidad.