El campo de batalla se había convertido en un escaparate cinematográfico de poderes elementales, la mera escala y poder crudo expuestos eran un reflejo de la fuerza de Raquel y Amelia.
Raquel, con la intensidad de su mirada, enfocada en sus adversarios, invocó una masiva tortuga de agua.
La tierra retumbó bajo sus pequeños movimientos mientras sus ojos elementales se cernían sobre todos frente a ella, haciéndolos sentir insignificantes.
El mero tamaño de la construcción era un espectáculo, con su caparazón brillante y transparente reflejando la luz a su alrededor.
Sus mandíbulas, formidables y ágiles, chasquearon amenazadoramente, segando las cabezas de aquellos que se atrevieron a acercarse a Raquel con aterradora eficiencia.
—¡Ese es Galeón el Inquebrantable! —exclamó alguien.
—¿Ya ha dominado el movimiento distintivo Sterling? —preguntó otro, asombrado.