Mientras Hwan navegaba a través del dispositivo, su expresión se volvió confusa —¿Qué diablos? —murmuró, haciendo que Raquel contuviera la respiración.
—No hay nada aquí... —agregó Hwan mientras presentaba la pantalla para que ambas mujeres pudieran verla. La galería era un abismo vacío, desprovisto de cualquier contenido.
Un suspiro de alivio revoloteó dentro del pecho de Raquel, sintiendo que una carga inmensa se levantaba, desplegando su agarre apretado de su corazón.
Con un destello de su mirada hacia Amelia, encontró un igual sentido de alivio perplejo reflejado en sus ojos. Parecía que Amelia tampoco tenía idea de cómo todo se había borrado.
¿Era posible, se preguntaba Raquel con una semilla de duda germinando dentro, que aquel villano hubiera erradicado cada pedazo de evidencia? ¿Pero por qué? ¿Hizo copias?
Sin embargo, antes de que cualquier conjetura sólida pudiera echar raíces, un zumbido distante resonó a través de la atmósfera.