En la penumbra amortiguada de la cámara siniestra, ante Edmund se desplegó una escena de desesperación.
Sus ojos temblaban incontrolablemente, contemplando la horrorosa vista ante él: su amada Sabina esparcida a lo largo del suelo, enredada en una trampa de delirio que bailaba de manera amenazante en sus turbios ojos rojos.
—Haa~... Ha~....
Sus labios estaban curvados en una sonrisa torcida, y su lengua colgaba como si la hubiera perdido. Podía oír las débiles y temblorosas respiraciones escapando de su boca abierta.
Pensar que fue violada tan salvajemente hasta que no pudo ni siquiera recuperar el aliento.
Y como si eso no fuera suficiente, su hinchado coño rojo estaba inflado con su absurdamente gruesa verga alien dentro de ella mientras su semen seguía goteando por su cuerpo.