—Ir a la guerra con una raza muerta y el Kraken desatado... Nos están poniendo a prueba —dijo Thorin con voz inerte a Esther—. El resultado de esta guerra decidirá nuestro destino.
Esther asintió sutilmente, su voz igual de desapegada, aunque sus ojos eran sombríos:
— No importa el costo, hoy no caeremos.
Los ojos de Sabina brillaban con emoción, sus labios se curvaban en una sonrisa cruel:
— Así es como debe ser, madre. Oh, el glorioso caos que nos espera. Apenas puedo esperar para hacerlos sufrir por habernos hecho pasar por todo esto.
—*¡Estruendo!* —De repente, la tierra bajo sus pies tembló, y los mares rugieron con una furia casi sensiente, mientras las armadas de la Casa Thorne se preparaban para el cataclismo inminente.
Los soldados se tensaron, agarrando sus armas con fuerza mientras las olas estruendosas anunciaban la llegada de sus adversarios.