—William tenía razón, los relámpagos no estaban afectando su cuerpo de manera negativa. Sin embargo, había algo más que sufría por tales relámpagos, que era ese sello.
—William no sabía que su cuerpo emitía un aura irresistible, una que era capaz de agitar los enjambres de avispas voladoras, obligándolas a salir de la zona interna a la externa. Y también era la que afectaba los relámpagos dentro de este lugar.
—Todo esto venía de su espíritu de serpiente. A medida que comenzaba a experimentar una fusión espiritual, empezaba a adquirir rasgos de este espíritu. Uno de ellos era este extraño aura, uno que agitaba cualquier elemento tóxico o corrosivo dentro de las criaturas vivientes o incluso dentro del mundo mismo.
—Justo como este lugar, donde los relámpagos comenzaron a arremolinarse hacia él sin ningún signo de detenerse.
