William sabía que si hacía tales granadas en el mundo exterior, entonces su poder sería algo completamente diferente. Pero estaba satisfecho con lo que estas granadas podían hacer ahora mismo. Cada una de ellas era suficiente para liberar una gruesa columna de fuego rojo oscuro, que se elevaba decenas de metros en el aire, envolviendo un área de cientos de metros alrededor.
Eso no era lo único aterrador de estas granadas, sino el hecho de que cada una podía durar unos minutos. William sabía que tal ataque era novedoso y los maestros de alto rango tenían que detenerse para defender a otros contra un fuego tan espeluznante y mortal.
Para ellos, este fuego no era suficiente para dejar un rasguño en su piel desnuda. Pero para cualquier maestro de grado oro oscuro de nivel medio e inferior, este tipo de ataque era bastante letal.