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Cada Transformador era originalmente un monstruo. Y por eso, cuando cualquiera de ellos se transformaba, terminaban reteniendo rasgos de sus monstruos.
Y ello añadía algo de naturaleza feroz a su poder espiritual. Sin mencionar que cuando pedían a los humanos que les esculpieran estatuas, estas estatuas solían tener rasgos de su naturaleza monstruosa original.
Por eso Guillermo los reconoció al instante. La estatua que apareció tenía un rostro parecido al de un lobo, con una mandíbula extraña y prominente y caninos de lobo en lugar de dientes humanos.
En cuanto a por qué eran escalofriantes a pesar de ser solo espíritus atrapados y encarcelados dentro de estatuas y rocas, Guillermo ya sabía la razón de esto.
Mantendrían sus recuerdos y conocimiento y usarían estos para escalar en la jerarquía de poder en el mundo humano. Y eso los convertía en el tipo de enemigos más molesto que cualquiera podría tener.