Aunque el Gran Siete tenga un nombre y un título tan gloriosos, al final del día eran comerciantes. Y para cualquier comerciante, el riesgo de iniciar una pelea y arriesgar dañar su relación con sus grandes clientes era lo más tonto que cualquiera haría.
Y encima de eso, lo que William sacó fue la ficha que el anciano, Ben, le había dado antes. Todavía tenía muchos resentimientos contra este anciano, nunca olvidó esa broma tonta que trató de hacerle al darle esta ficha.
Y así, William decidió aprovechar esta oportunidad y traer pequeños problemas a ese anciano, desahogando algo de su frustración mientras también aumentaba la presión sobre el Gran Siete.
—Bueno... —ver que el chico que todos pensaban que rogaría por misericordia y lloraría como cualquier otro en su posición, estaba de pie erecto como una montaña alta, y mostrando una ficha tan inesperada, hizo que todos aquí no supieran qué hacer o decir.