—¡Hey! ¡Cuidado! Estoy sirviendo al poderoso maestro... ¡Ay! ¿Por qué golpeaste mi cabeza? —Y justo cuando se despertó abruptamente de su sueño profundo, Trevor parecía estar en medio de su sueño o algo así.
Se levantó de un salto, gritando como un loco, mientras hablaba tonterías. Eso hizo que William cerrara su puño y lo aterrizara sobre la cabeza de Trevor para hacerlo callar.
—¡Cállate! ¿Nadie te había dicho antes que roncas cuando duermes? ¡Es vergonzoso! Ahora me representas, así que deja de hacer esas cosas de una vez por todas.
William no se contuvo y le gritó mientras caminaba hacia la puerta de la habitación de Tomás.
—Maestro —y antes de que llegara, Tomás abrió la puerta y lo saludó con su usual tono frío y monótono.
—¿Ya trajeron la comida? —William ya se había acostumbrado a la actitud fría de Tomás. Entró en la habitación, para encontrarse con una mucho más sencilla ante sus ojos.
