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Durante este tiempo, Guillermo fue interrumpido en varias ocasiones por monstruos que venían hacia él desde el bosque y los alrededores, especialmente por esos molestos monos. No era tan difícil para él matar estos monstruos débiles, pero tenía que perder tiempo y esfuerzo al hacerlo.
Si estuviera solo, lo haría con gusto. Pero había una máquina de pelear y matar loca a su lado.
—¡Deja de decir tonterías! En el momento en que te vayas, me daré la vuelta y desapareceré adentro y nunca podrás entrar de nuevo! —le amenazó a Ibra, y este finalmente respondió y empezó a matar de nuevo con una mirada oscura en su rostro.
Ibra sabía lo descarado que era Guillermo. Por eso, no quería terminar solo dentro del bosque y decidió bajar la cabeza esta vez frente a este chico.