—¡Ven... o muero yo, o mueres tú! No hay otra salida —incluso si estaba asustado por tal aterradora visión, William se armó de valor y siguió avanzando a paso firme.
Finalmente era hora de mostrar el efecto mágico de lo que pasó horas fabricando meticulosamente en la zona de forjado del clan.
Intentó crear una conmoción cuando saltó de los muros, usando sus métodos únicos, para que los superiores y los temibles maestros espirituales lo notaran.
Aunque hiciera algo para solucionar esto por él, aún no tenía mucha confianza en la decisión final de los superiores del clan.
¡Pero no necesitaba preocuparse de eso ahora! Solo un tonto ciego ignoraría una escena tan grandiosa que estaba destinada a cambiar el campo de batalla entero y hasta hacer temblar el suelo mismo con sus logros.
—¡Es la hora, prepárate! —William gritó, y esta vez no había ni un ápice de vacilación en su tono. Estaba mil por ciento seguro de su éxito.
—Esta batalla... ¡Es mi victoria, hijos de puta!