—¡Ziut!
—¡Chirrido!
En un cielo lleno de tormenta, entre las muchas islas flotantes del dominio del dragón azul, una figura humana rebotaba en las pequeñas masas de tierra. Después de cada contacto con un trozo de isla flotante, otro sonido zumbante eco, seguido de un chirrido estrepitoso.
Este era Galtion, quien finalmente había alcanzado su velocidad máxima y la cima de las escaleras del cielo, sobre las cuales el dragón y la nube de neblina oscura aún se perseguían el uno al otro. Con cada paso que Galtion daba a través de la neblina, la veía ralentizarse.
Pero siempre era algo temporal, ya que poco después volvía a alcanzar su velocidad completa. Esto solo aseguraba que el dragón azul no fuera atrapado.
Por ahora.
Pero Galtion no podía seguir corriendo y atacando así para siempre.
Ya, su frente goteaba sudor bajo su casco de cara completa, y su cuerpo se sentía como si estuviera hecho de plomo. Rápidamente estaba alcanzando su límite.