La revelación golpeó la mente de Ulrick como un martillo. ¿Ella estaba muriendo?
¿Desde cuándo? ¿Por qué parecía tan saludable si estaba enferma?
No tenía sentido.
—¿Mi dama? Seguramente bromeas. ¿Cómo puede alguien tan poderoso y joven estar al borde de la muerte?
—Ven. Siéntate. Te lo explicaré todo. Pero esto no debe salir de esta habitación. ¿Entendido?
—Por supuesto, mi amor —dijo Ulrick, sintiendo un tirón en su corazón.
Se sentó, y mientras ella le hablaba, sus ojos se llenaron de lágrimas.
***
En el ala oeste de la mansión, en el ala de los guardianes, Astaroth finalmente estaba despertando de su coma parcial. Su cabeza retumbaba, y su cuerpo se sentía como si estuviera cubierto con una manta de plomo.
Abrió los ojos hacia un techo desconocido, por enésima vez en los últimos meses, y suspiró con molestia.
—¿Cuándo dejará de pasar esto? —gruñó, haciendo que Fénix, que estaba a unos metros de distancia, se levantara de un salto y corriera a su lado.