Levantándose de la cama, Astaroth podía sentir que su cuerpo aún estaba débil, y que sería así por un tiempo.
Podía sentir que la concentración de mana en su cuerpo era mucho más baja de lo normal. La habilidad que había utilizado claramente había drenado mucho más de él de lo que pensaba.
Pero aún tenía que mostrar una fachada fuerte. Así que se enderezó antes de salir de su habitación.
Cuando empujó las puertas, los guardias en la entrada lo saludaron, antes de decirle dónde estaba la reina, y que la Dama Grove había dicho que volvería al día siguiente, para hablar con él.
Ya Astaroth podía sentir que empezaba un dolor de cabeza solo de pensar en sus preguntas inquisitivas.
Pero le debía una explicación, cuanto menos.
Aunque ella había intentado abrumarlos con su propio dominio, solo estaba desahogándose en ese momento, y él lo sabía. Tampoco estaba en contra de eso.
También sabía que técnicamente había hecho trampa. Esa habilidad nunca fue suya, para empezar.
—*Suspiro*
