Alex se reía en su mente, mientras las balas salían de la cúpula de sombras, sin hacerle daño y rompiendo las ventanas que daban al exterior y las paredes.
Manipuló las sombras alrededor del hombre en pequeñas cuchillas afiladas y comenzó a infligirle cortes superficiales por todo su cuerpo. Los cortes eran minúsculos y no eran suficientes para amenazar su vida.
Pero a medida que se acumulaban y la sangre comenzaba a formar un charco alrededor del hombre, sintió que su cordura se deslizaba lentamente fuera de su mente, siguiendo su sangre fuera de su cuerpo.
—¡MUÉSTRATE, COBARDE! —gritó el hombre, vaciando su cargador.
Cuando recargaba, escuchó una voz en su oído susurrar:
—Como deseas.
Y luego un dolor agudo atravesó su espalda, pasando por él y saliendo de su estómago. Al mirar hacia abajo, lo único que vio fue una cuchilla negra, hecha de sombras, que se deslizaba fuera de él.
Cayó de rodillas, sintiendo su vida escaparse.