—Maestro, mis palabras finalmente pueden alcanzarte. Me regocijo de la oportunidad de luchar a tu lado plenamente otra vez —dijo Blanco en su mente.
—Ya veremos cuánto tiempo podemos sobrevivir, Blanco. La situación no se ve bien —respondio Alex, sintiendo la confianza del lobo aumentar en su mente.
—Pero Maestro, no estás utilizando todos los recursos a tu disposición.
Alex casi se tropieza con el comentario. Continuó desgarrando con sus garras frente a él, en arcos amplios, despedazando a sus enemigos, mientras se preguntaba qué no estaba utilizando.
Al ver que su maestro no lo descubría por sí solo, Blanco simplemente se lo dijo:
—Maestro, no estás llamando a mi hija. Llama a Genie.
La mente de Alex se quedó en blanco.